
“Desperté y estaba en llamas”, testifica Leticia contra su agresor
Debido a la gravedad de sus heridas, asesores jurídicos decidieron adelantar su declaración en el juicio contra José Luis Q. C.
Esta fue una audiencia totalmente diferente a cualquier otra, la propia necesidad de la representación jurídica de la víctima, advierte de una condición pocas veces vista dentro de las instalaciones del Distrito Judicial Bravos, ubicado en esta frontera.
A la Sala 15 de Ciudad Judicial, se apersonaron dos representantes del Ministerio Público, así como tres asesores legales de la víctima, identificada como Leticia G.E, quien fue víctima de intento de feminicidio y violación agravada.
Además, del lado de la parte acusada, compareció una abogada defensora, así como el presunto agresor, José Luis Q. C., quien permanece bajo prisión preventiva.
Sin embargo, el estrado de la jueza lucía totalmente vacío, y es que, dadas las circunstancias, tuvo que trasladarse hacia el hospital en el que la víctima se encuentra internada.
Las heridas que sufrió han sido de tal gravedad, que lleva poco más de dos meses recibiendo atención médica, por lo que, es necesario que su testimonio se realice por medio de videollamada.
Por cuestiones de logística, la audiencia que estaba programada para iniciar a las 4:00 de la tarde, se aplazó hasta las 5:38.
Quienes estaban en la sala, únicamente podían ver una pantalla; la cámara estaba dentro de la habitación de hospital de Leticia, quien estaba acompañada de una asesora legal, así como de la Jueza, que permaneció sentada frente a la cama.
Como parte del protocolo de protección a víctimas, la cámara estaba puesta estratégicamente donde no se pudiera ver el rostro de Leticia; únicamente se alcanzaba a observar la cama en la que estaba postrada.
La audiencia comenzó con una explicación por parte de la jueza hacia la víctima, en la que estipuló que, por cuestiones médicas, se había aceptado recibir de manera anticipada el testimonio previsto para la etapa de enjuiciamiento.
Es un comienzo difícil, principalmente, por la complejidad que implica el conectar de manera remota, la señal de Ciudad Judicial y la del hospital. Pese a las dificultades y un breve receso, dio inicio el cuestionario por parte del Ministerio Público.
Ninguna señal de los horrores
Recordar los hechos le trae una enorme tristeza a la víctima, no es necesario verla directamente, en su voz se fue notando como la tristeza se apoderaba de ella conforme iba reviviendo los hechos que la tienen en aquella cama de hospital.
Todo pasó el 10 de marzo de 2025. Estaba trabajando en una tienda de abarrotes que manejaba, junto con su esposo y su familia.
A José Luis lo describió como un cliente frecuente, una persona que acudió en tantas ocasiones a su tienda y que convivía con su familia, que se había vuelto una persona de confianza.
Lo anterior, tomando en cuenta que era su vecino y que también conocía a la tía del hombre. Contó que regularmente le vendía cosas a su esposo; ropa, electrodomésticos, entre otras cosas. Aquella ocasión, le quería vender un microondas.
Recordó que su esposo estaba buscando uno, y le dijo que le mandara fotos para verlo y mostrárselo a su esposo y así decidir si lo compraba o no. Ese primer encuentro fue aproximadamente a las 6:30 de la tarde.
Algunos minutos después, a Laura le llegó una llamada de un hombre que decía que no le podía mandar las fotos de los aparatos, porque su cámara no servía y tenía que esperar a que llegara su esposa para tomarle fotos.
“Así quedó”, dijo Leticia como parte del relato. Estaba a punto de cerrar la puerta, el reloj marcaba entre las 7:40 y las 8, cuando José Luis regresó a la tienda.
El hombre había llegado de urgencia a pedirle un favor; necesitaba que le diera un raid a una tienda de refacciones.
Le pareció raro, ya que recordó que el hombre no tenía carro, pero, aun así, aceptó hacerle el favor. Lo llevó hasta la tienda, pero mencionó que el hombre apenas y tardó, abrió la puerta y en menos de un minuto, volvió a su carro sin haber comprado nada.
Después el hombre le pidió que lo llevara al cajero porque iba a sacar dinero y así poder darle “unos 200 pesos para la gasolina”.
De ahí, le dijo que fueran a su casa, donde supuestamente iba a mostrarle el microondas que le quería vender a su esposo. Sin embargo, desde que entró a la casa de su vecino, notó que algo andaba mal, ya que el domicilio no tenía ni estufa o refrigerador, por lo que no veía un microondas.
Asimismo, había poca luz en el lugar, por lo que, mientras ella se dirigía a la cocina, el hombre había ido “a buscar un foco o algo así”, señaló. Solo recordó que, de pronto, sintió las manos de aquel hombre que la tomaron de la cintura y la dejaron inmovilizada.
El hombre le dijo que desde hacía tiempo “le tenía ganas” y trataba de convencerla de que cediera, pero quedó en shock por lo que estaba viviendo.
José Luis Q. C. “No había visto ninguna mala señal y nunca había hecho una falta de respeto. No sé si estaba bajo el consumo de alguna sustancia ilegal, pero no sé porque lo hizo”, enfatizó.
Lo siguiente que se quedó en sus recuerdos, fue que su agresor la arrojó a la cama y que la asfixió, mientras le ofreció 2 mil pesos para tener relaciones con ella. Su mente quedó en blanco, por la pérdida de aire, perdió el conocimiento y no supo con certeza qué pasó con ella. Y es que, al momento de despertar, su cuerpo ya estaba en llamas.
Su instinto de sobrevivencia la llevó a salir de la casa y buscar ayuda, como pudo, apagó su cuerpo utilizando tierra que encontró en el patio. Recalcó en repetidas ocasiones que nadie la auxilió y que ella sola fue quien evitó que su cuerpo quedará consumido por las llamas.
Incluso, acusó que la tía de José Luis, María Guadalupe, la ignoró deliberadamente. Aunque la vio en llamas, le preguntó que estaba haciendo en su casa y finalmente le dijo “espérate en el carro, ahorita te atiendo, deja apago mi casa” y nunca más regresó a darle atención.
Relató que no podía esperar a recibir atención médica, así que, con todo y las quemaduras, se dirigió a pie hacia su tienda. No obstante, quedó con muy pocas fuerzas y solo alcanzó a llegar a una barbería que estaba antes de su casa, con la fortuna de que agentes de la Policía Municipal estaban cortándose el cabello.
Ellos fueron quienes le dieron la atención médica y gestionaron la llegada de la ambulancia que finalmente la llevó a recibir atención médica a un hospital de la localidad.
El infierno en vida
Leticia fue sincera y declaró que su tiempo dentro del hospital ha estado lleno de sufrimiento. Comentó que cada vez es más difícil realizar cualquier actividad, desde ir al baño o estar con sus hijas.
Conforme pasan los días, aseguró que cada vez siente más dolor, que le inmoviliza el cuerpo y la hace necesitar de otras personas para sobrevivir.
Agregó que necesita de un respirador que la provee de oxígeno, así como sedantes y otros medicamentos que le ayudan a combatir el dolor, calentura, fiebre y demás síntomas de los que padece, por culpa de lo que vivió.
Afirmó que cada vez que entra al quirófano, tiene miedo de cerrar los ojos y no volver a abrirlos nunca más.
Refirió que uno de sus mayores miedos, es que le pase algo a sus 4 hijos, quienes eran su más grande tesoro, pero que ahora no podía cuidar. Mencionó que ahora estaban bajo el cuidado de su madre (abuela), ya que su esposo se ha quedado permanentemente a su lado, dándole las mayores atenciones posibles.
Leticia puntualizó que su situación médica se agravó a partir del pasado 23 de abril, cuando los doctores le informaron que había contraído una bacteria muy peligrosa.
Su pronóstico es reservado, aún ni siquiera se sabe si esa bacteria sigue en su cuerpo o no, por lo que no sabe qué pueda depararle el futuro a ella o a su familia.
Entre lágrimas, reconoció que siente que la vida se le arruinó “en unos segundos”.
Para este año, confesó que quería llevar a sus hijos a estudiar a El Paso, de donde son originarios; pagar los gastos necesarios para que pudieran ir sin problemas, así como entrar a estudiar una carrera universitaria.
Sin embargo, para ella, esos sueños se esfumaron de golpe y ahora tiene que concentrarse en seguir resistiendo para sobrevivir en medio de una lucha incesante entre la vida y la muerte.
Tras poco más de una hora, las partes dentro de la sala, declararon que ya no tenían más preguntas, por lo que, a las 6:55 de la tarde, Leticia fue liberada de su testimonio ante las autoridades judiciales.
Escrito por José Estrada, Norte Digital.