
“Ya no lo quiero conmigo”: El dolor del abandono en la vejez
En el estado de Chihuahua, cientos de adultos mayores son víctimas de la exclusión social, viven alejados de sus familias y sin acceso a servicios básicos
Un fuerte dolor en la mandíbula atormenta a don Magdaleno, lo mantiene aislado, casi no percibe la presencia de sus compañeros. Pero a unos metros de él esta Mario, intentando sacar lo último que le queda al tubo del adhesivo dental para ponerse la prótesis superior, también se encuentran dos mujeres de caballo blanco, una “mata” las horas resolviendo una sopa de letras y la otra simplemente observa a su alrededor en un absoluto silencio.
Todos en esa habitación comparten una dura realidad, el abandono social en que se encuentran. Sus familiares los dejaron en ese asilo de ancianos, no regresaron a visitarlos y tampoco se responsabilizan.
Cientos de adultos mayores viven en el olvido
En el estado de Chihuahua, hay aproximadamente 484 mil 210 personas de 60 años y más, de acuerdo con datos del Consejo Nacional de Población (CONAPO). Cientos de ellos viven en situación de abandono y de exclusión, se han convertido en seres invisibles para la sociedad, no tiene acceso a la tecnología, ni a un sistema de transporte acorde a sus necesidades, tampoco cuenta con una cobertura médica adecuada; y en algunos casos, los adultos mayores se quedaron a cargo del cuidado de nietos.
El Asilo de Ancianos Desamparados A.C., recibe anualmente de 50 a 60 adultos mayores. Actualmente cuida a 68, de ellos 20 tienen familiares identificados, pero solo 10 se hacen responsables.

“Hay más apego por la pensión que por los padres”
“Tienen más apego a las tarjetas del Bienestar que a sus padres y madres”, dice con indignación Marisol Escobar, enfermera de profesión y actual encargada de este albergue, ubicado entre la avenida Insurgentes y calle Constitución.
“Hay gente que dice: mira yo ya no puedo, estoy muy cansada, yo también estoy enferma o tengo muchos problemas. O simplemente con una expresión de hastío vienen y dicen: ya no lo puedo cuidar o ya no lo quiero conmigo”, afirma Marisol.
El abandono social trae para las personas de la tercera edad mucha tristeza, soledad y depresión. Sacar a un adulto mayor de esta condición es muy difícil, explica Marisol quien lleva seis años al frente de ese albergue.

Historias que duelen: Magdaleno y Mario, dos rostros del abandono
Algunos de los adultos mayores que están actualmente en este refugio fueron llevados por personal de Seguridad Pública y del DIF al encontrarlos deambulando en la calle o al rescatarlos de hogares donde eran víctimas de violencia familiar o corría riesgo su vida. También algunos ciudadanos han trasladado a personas de la tercera edad al verlos en peligro.
En febrero pasado, don Magdaleno fue llevado a ese albergue por los trabajadores de un supermercado de la colonia Azteca, quienes sabían que trabajaba como parquero de ese establecimiento y vivía en la banqueta. Los días que iba a quimioterapia, pues tiene un cáncer en la mandíbula, lo veían recostarse sobre la acera para soportar los estragos del tratamiento.
Magdaleno de 68 años, se salió de la casa familiar meses después del fallecimiento de su madre y de sus tres hermanas, al ver que sus sobrinos y su hijo se disputaban un terreno, por lo que no soportó esas peleas.
“Toda mi familia ya está muerta… nomás quedan mis sobrinos, empezaron a hacer envidia y yo me salí de allí. Me quedaba donde trabajaba, todo mi trabajo ha sido ahí desde que deje de andar de herrero, de chofer y de soldador”, dijo con mucha dificultad por el intenso dolor, que ni el medicamento le quita.

Magdaleno sabe que su hijo vive en la Sierra, pero no tiene ningún número telefónico para comunicarse con él.
Desde antes de ingresar al albergue, don Magdaleno recibe atención médica en el Hospital General. Antes iba solo a la quimioterapia y regresaba a dormir a la banqueta mientras pasaban los estragos, ahora el personal del albergue lo traslada y lo cuida; su condición ha mejorado, cuando ingresó estaba muy bajo de peso y presentaba falta de higiene en la incisión que tiene en la mandíbula.
“Yo ando consciente de todo, sé la fecha en que entré aquí, sé cuánto llevo. Yo estoy consciente de todo… me trajo Mari porque vio esto (su enfermedad)”, expresa mientras se limpia la saliva que se junta en la incisión de la mandíbula y las lágrimas que afloran.
Uno de los compañeros de Magdaleno, es Mario Vázquez Jiménez tampoco tiene familia. Él cuenta que la violencia lo dejó viudo, sin hijos y sin nietos, hace muchos años durante una matanza en Yurécuaro, Michoacán, donde nació.
El personal del albergue no está seguro si la familia de Mario murió, pero nadie lo visita. Él fue llevado al albergue severamente lesionado, personas no identificadas lo apuñalaron para quitarle el dinero que había cobrado de la pensión del Bienestar.
“Adelantaron el dinero del Bienestar… no sé cómo estuvo que se dieron cuenta que yo tenía dinero, nombre no, me agarraron y mira lo que me hicieron, perversos. Pero sí, luché con ellos para salvar mi vida que es lo que Dios me ha dado”, contó Mario de 80 años mientras muestra una infinidad de cicatrices de las heridas que sufrió en las piernas y los brazos.

Ahora Mario vive de sus recuerdos, añorando a su esposa fallecida.
“A veces he llorado aquí, fíjate, porque me acuerdo de ella, sí, la quise mucho, es la verdad, pero están muertos ellos, ella ya murió… la mera verdad ni nos casamos. Estábamos trabajando en Tepic, Nayarit, ahí es donde me robé a la muchacha, ya ves cómo es uno. Yo tuve familia, tuvimos seis hijos”, recordó.
Mario ya no puede caminar, sus rodillas no lo sostienen y tiene dos hernias abdominales. Él anhela recuperar su acta de nacimiento, olvidada en un cuarto que rentaba en la ciudad de Delicias. Para un nuevo tramite necesita sus datos personales, pero ya no recuerda quienes fueron sus padres y no ha encontrado quien lo ayude.

Trámites imposibles
Perla Alejandra Ordaz Martínez, ejecutiva de fondos y comunicaciones de Girasoles -una organización sin fines de lucro, dedicada a la atención de personas mayores-, ha documentado la exclusión que viven cientos de adultos mayores a diario y al tratar de hacer trámites que deberían ser sencillos, como sacar un acta de nacimiento.
“Las personas mayores en situación de pobreza, en situación de soledad, se topan con esto: no hay quien los asesore, no hay quien los acompañe y no hay quien les hable con verdad. Desafortunadamente nos topamos, cuando ellos van a tramitar, ya sea su credencial de elector, la tarjeta de más de 60 años, alguna pensión o algo, se topan con la burocracia. Y la burocracia, más allá de que es tardado todo lo que puedan hacer, se topan también con malos tratos”, dice.
Otro de los retos para los adultos mayores es el desconocimiento de la tecnología, que se refleja cuando pretenden realizar un trámite y les exigen que cuenten con un teléfono celular y un correo electrónico. Algunos de ellos piden ayuda a las personas de su entorno, pero no encuentran empatía ni paciencia, en el mejor de los casos alguien les da una explicación rápida sobre cómo usar celulares inteligentes, pero con terminología que no entienden.
Aunque pareciera algo del pasado, explica Ordaz, hay personas de la tercera edad que no saben leer o escribir, para ellos es más difícil hacer un trámite oficial ante un entorno no comprensivo, al grado que cientos desisten.

Violencia en el entorno familiar
Girasoles también ha conocido casos de adultos mayores víctimas de abusos físicos, psicológicos y económicos, como violencia familiar, amenazas y el retiro de las tarjetas de la “Pensión para el Bienestar de las Personas Adultas Mayores” por parte de hijos, hijas, nietos y familiares cercanos. Sin embargo, en la mayoría de los casos los afectados deciden no denunciar por el amor que siente hacía sus parientes y para no quedarse sin familiares.
“Nos tocó un caso de un señor que no quiso hacer nada y también nosotros no lo podemos obligar, que dijo: “mis hijos me quitan mi tarjeta de la pensión, ellos la cobran, no trabajan y todavía me mandan a trabajar”… le dio muchísimo miedo ir a levantar la mano en contra de sus hijos y no como violencia, sino con una demanda, él no quiso hacerlo y como estos casos hay muchísimos. Nosotros nos damos cuenta, tratamos de ayudarlos, pero son personas que requieren de una intervención psicológica”, explica Ordaz.
Ni movilidad ni recreación: los otros abandonos
Lino Hernández Castañeda, coordinador de líderes de los 96 Consejos del Adulto Mayor (CAM) del DIF Municipal, coincide al expresar que la violencia contra ese grupo etario es una queja constante de los cerca de seis mil personas que lo agrupan.
“No es solamente la violencia que se puede tomar de la sociedad, sino la violencia de cerca, la violencia familiar, con los hijos, con los nietos. El problema de que en la actualidad aquí, por ejemplo, en Ciudad Juárez es una ciudad de donde los padres tienen la necesidad de trabajar, padre y madre, entonces, los abuelos son los que se quedan al cuidado de los nietos y eso resulta realmente en una situación muy complicada para los adultos mayores, sobre todo porque los niños de ahorita ya no son como antes, ya no son dóciles, ya no son dejados… se enfrentan también a un tipo de violencia con los pequeños, porque ya no es fácil decirle a un niño haz esto o lo otro porque son rebeldes, es una carga excesiva para los adultos mayores que ya no deberíamos tener”, explica Lino de 75 años.

La movilidad para el adulto es otro gran problema, para la población en general, debido a la falta de un servicio eficiente e integral, pero para quienes no pueden caminar, lo hacen de forma muy lenta o están enfermos, es más complicado, y al igual que la violencia, es una de las quejas más constantes de los seis mil adultos mayores que conforman los CAM.
Respecto de los espacios recreativos para quienes están en el otoño de sus vidas, mejor ni hablar confiesa Lino, porque son prácticamente inexistentes. Lo único que hay son estos Consejos donde pueden hablar, bailar y hacer amigos, pero no todas las personas los conocen ni tienen la capacidad de sumarse.
De ahí la pregunta que lanza Girasoles: “¿cómo quisiéramos encontrar el mundo, si llegáramos a esa edad’”.