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“Todavía puedo andar poquito”, a sus 85 años, Manuel no deja de trabajar

Por Blanca Elizabeth Carmona | 4:33 pm junio 6, 2025

Manuel Amaya empezó a trabajar a sus 10 años y al día de hoy se mantiene activo recorriendo los restaurantes del tianguis de Anapra, donde toca la guitarra y canta

Manuel Amaya Balderas comenzó a trabajar a los 10 años de edad. Su padre biológico no lo reconoció y estaba bajo el cuidado de su madre, quien tenía otros dos hijos más chicos. La situación económica familiar lo obligó a laborar y desde entonces no ha dejado de hacerlo, lleva 75 años ininterrumpidos trabajando.

En la actualidad, a sus 85 años, los domingos se dedica recorrer los restaurantes del tianguis de la colonia Anapra para tocar la guitarra y cantar para obtener una remuneración que le permite hacer frente a varios gastos, aunque en realidad lo hace para desaburrirse.

Reconocido por su alegría y constancia

Manuel fue propuesto por uno de los Consejos del Adulto Mayor (CAM) para recibir el premio “Adelante 2025”, que otorga la organización civil Girasoles con el propósito de reconocer la permanencia en el trabajo remunerado de personas de 70 años y más.

Guillermina, tesorera del CAM de Anapra y de 76 años, explicó que esta es la primera vez que Girasoles les permite promover a un compañero y eligieron a Manuel por ser una persona alegre y que todavía labora.

“Será el amor a la vida que él siente, es una excelente persona. En el grupo nunca hemos tenido la necesidad de llamarle la atención. Muy bonito señor, muy respetuoso, muy puntual, siempre limpio y empezó a tocar la guitarra para tener un trabajo que le permitiera cuidar de sus hijos”, expresó Guillermina.

Carga dolor y lesiones pero sigue adelante

Manuel, quien nació en 1940 en el Estado de Durango, trabaja porque quiere continuar activo. El dolor en la cadera a consecuencia de una lesión provocada al caer y la falta de líquido en la rodilla derecha, no le impiden salir de su casa. Él utiliza un andador para apoyarse al caminar y se cuelga la guitarra a la espalda con una correa.

“Como de la edad de 10 años empecé yo a trabajar. Yo no tuve papá, y mi mamá era papá y mamá. Él no me quiso reconocer al nacer, pero lo raro es que en mi fe de bautismo él fue a registrarme”, recordó.

Los ojos de Manuel se llenan de lágrimas cuando habla de su madre. “Fue una gran mujer, así chaparrita”, dijo para luego contar que él le ayudaba a hacer pan y a venderlo. Después a los 12 años se empleó cuidando unas chivas con un hombre que fue la primera persona que le compró ropa nueva pues su madre le cosía pantalones y camisas con retazos de tela de prendas que iban quedando.

A los 13 años, Manuel se rebeló contra una pareja sentimental de su madre. Un hombre que había llegado a la familia cuando él ya laboraba cuidando chivas, y quien los maltrataba.

“Con el tiempecito, dos o tres años, la hice que se separara de él y seguimos viviendo, anduvimos por Torreón, anduvimos por muchas partes trabajando, pizcando algodón, yo trabajaba en la labor, yo sabía de agricultura. Hacía de lo que saliera. Ya cuando caí aquí (en Ciudad Juárez) ya cambió, porque ya trabajaba en la construcción”, dijo.

De “mojado” en Estados Unidos a padre soltero

Manuel llegó a esta frontera aproximadamente en 1979. Primero empezó a trabajar en El Paso, Texas cuidando caballos y con sus ingresos pudo comprar un terreno en lo que actualmente es la colonia Anapra y mandar dinero para que su esposa y nueve hijos lo alcanzaran en Ciudad Juárez.

De “mojado”, Manuel viajó hasta California para seguir trabajando. Sin embargo, cuatro años después debió regresar porque su esposa le avisó que ella también iba a emigrar a Estados Unidos, pero con una nueva pareja.

“Todavía tuvimos conversaciones y yo le prometía que, si ella se quedaba con sus hijos pues aquí, yo la mantenía, yo me iba a trabajar igual como antes, pero ya nomás para estarle dando para los gastos y no quiso. Dijo que no, que ella no tenía problema por mi parte, el problema eran los chamacos. Entonces dije váyase, agarre sus cositas y váyase”, explicó.

A los 47 años, excluido del empleo formal

Desde ese momento, Manuel se quedó a cargo de los hijos y siguió trabajando. A los 47 años se topó con el hecho de que ya no le daban empleo en la obra porque lo consideraban viejo, por lo que aprendió a tocar el acordeón, después la guitarra y luego a cantar; así empezó a recorrer la Zona Centro de Ciudad Juárez para ofrecer su música.

Manuel anduvo hasta en la Ciudad de México y otros estados del centro del país trabajando como músico, pues conoció a una mujer que fue su segunda pareja y con quien compartió la vida durante 35 años. En el último periodo de la relación viajó con ella a la Ciudad de México y meses después él regresó, mientras que ella decidió quedarse para cuidar de su madre.

Pérdidas familiares y depresión

De los nueve hijos de Manuel, tres lo procuran y lo cuidan. Y otro, Sotero Amaya Bustillos, fue desaparecido hace unos 15 años cuando iba a ser internado de forma ilegal a Estados Unidos por una mujer que supuestamente le había dado trabajo, de los otros hijos no tiene noticia.

Actualmente, el hijo mayor de Manuel, de 63 años, es quien lo traslada, lo lleva a las reuniones del CAM y al mercado de Anapra los domingos.

“Mi hijo es el que va ahí conmigo, me acompaña. Toda mi vida fue un desastre, toda. Pero estoy conforme porque todavía puedo de pérdida andar poquito… los domingos salir a cantar ahí a las segundas, y si gracias a Dios si me va bien”, contó para luego explicar que se reúne con los integrantes del Consejo del Adulto Mayor y sale a trabajar porque se aburre en su casa y además, se está recuperando de una depresión.

“Necesito salir, no estar tanto tiempo ahí en la casa encerrado. Me dio una enfermedad ahora en noviembre, me pegó una depresión, ni ganas me daban de comer y fue cuando me recogió un hijo mío, no estaba aquí el hijo mayor, estaba con un nieto, no hablaba, no platicaba con nadie y me empecé a sentir mal”, confesó.

Desafíos laborales en la tercera edad

Girasoles, una organización sin fines de lucro y dedicada a la atención de personas mayores, ha documentado que la discriminación laboral restringe las oportunidades de trabajo para las personas mayores de 45 años, obligándolas a desempeñar empleos informales con condiciones precarias y sin prestaciones.

Las pensiones suelen ser insuficientes para cubrir sus necesidades básicas, lo que incrementa su dependencia de familiares y expone a algunos a situaciones de abuso económico dentro de su propio núcleo familiar, lo que refuerza su vulnerabilidad.

El personal de Girasoles ha recibido decenas de casos de personas mayores que enfrentan discriminación laboral por la edad, y ha enfocado parte de su trabajo a buscar empresas socialmente responsables que empleen a los adultos mayores.

“Logramos colocar a 88 personas en el área laboral y esto significó más de 6 millones de pesos en salarios contabilizados en un año”, informó al referirse al ciclo 2024.

En esta organización, también les enseña a los adultos de 40 y hasta más de 70 años a buscar vacantes en las plataformas digitales y a hacer currículos.

Lo que resulta vital, pues datos del INEGI establecen que para el 2070 en el estado de Chihuahua la esperanza de vida para los hombres se habrá incrementado 20.6 años en el caso de los hombres y 23.1 años en el caso de las mujeres, por lo que pasará de 60 a 80 y de 63 a 87 años, respectivamente.

A la par se espera que la tasa de fecundidad disminuya de 5.95 hijos a 1.3 para el 2070 conforme vayan pasando los años, lo que traerá como consecuencia un envejecimiento acelerado de la población.

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