Ana Paula Cervera: Juarense dicta la moda en Nueva York
A sus 36 años, con un portafolio consolidado y una red de contactos que se ha ganado a pulso, Ana Paula sigue desafiando los moldes de la industria
Desde los pasillos de una tienda de Michael Kors en El Paso, Texas, hasta producciones editoriales en Tulúm y campañas comerciales internacionales, la historia de Ana Paula Cervera, criada en Juaritos, es una muestra de determinación, enfoque y pasión por una industria tan fascinante como exigente: la moda.
“Lo mío pasó rápido”, admite Ana Paula, hoy editora de moda y stylist freelance en Nueva York, una de las capitales mundiales del estilo. Su incursión en el mundo del styling profesional no comenzó en una pasarela ni en una redacción de revista, sino detrás del mostrador, vendiendo ropa y observando el mundo de la moda desde el escaparate. Fue ese contacto con el diseño, sumado a una fascinación temprana por revistas como Vanidades, lo que despertó una inquietud profesional que no existía claramente en su entorno.
La decisión de formarse como stylist la llevó en 2017 a tomar un curso intensivo de diez días en Pier 59 Studios, entonces sede de la School of Style. La experiencia fue reveladora no solo por el aprendizaje técnico (que incluía procesos de producción, logística y dinámica de equipo según el tipo de cliente: editorial, celebridad o marca), sino también porque fue su primer contacto directo con Nueva York. La ciudad la deslumbró tanto que no tardó en planear su mudanza definitiva. “Yo dije: no, aquí sí vivo”, recuerda.
Aprovechando su antigüedad en Michael Kors, solicitó una transferencia como gerente a la tienda insignia de Rockefeller Center, lo cual le permitió llegar con estabilidad económica y una base sólida en la industria. “Era obvio que tenía que llegar con algo”, dice. Pero si bien contaba con un empleo estable, Ana Paula no dejó de perseguir su objetivo. En sus días y mañanas libres, comenzó como asistente interna con la editora de moda Celia Azoulay, una figura reconocida por su trabajo con Vogue París.
Empezar desde cero… a los 29
“Yo ya tenía 29 años cuando empecé de intern”, cuenta Ana Paula, quien, a diferencia de muchas jóvenes estilistas, llegó a la industria con casi una década de experiencia laboral en otro campo. Recuerda cargar bolsas de ropa por toda la ciudad, recoger muestras de Prada y coordinar logística de producciones sin paga. “Era intern con chavitas de 18, pero sabía que tenía que pasar por ahí para entender la industria”.
Esa rigurosidad, sumada a su ética de trabajo y capacidad para organizar producciones, la llevó a convertirse en primer asistente de Celia. Fue con ella que viajó por primera vez para un editorial en Tulum que sería publicado en Vogue París, marcando el inicio de su vinculación con revistas internacionales.
Celia, que se volvió una especie de “Mr. Miyagi” para Ana Paula, la recomendó con marcas y otros stylists, como Chino Castilla, con quien ha colaborado en presentaciones para diseñadores como Campillo en Nueva York.
Entre el glamour y la tensión de los deadlines
Aunque la imagen pública del styling suele estar teñida de glamour, Ana Paula insiste en que la mayor parte del trabajo ocurre fuera de foco. “Todo el mundo piensa que es un trabajo súper glamuroso, pero la mitad del tiempo ando toda greñuda y fachosa”, bromea. Detrás de cada campaña hay una intensa labor de logística: desde interpretar “mood boards” hasta conseguir ropa adecuada (y en talla) para cada modelo, incluso cuando la producción cambia de elenco en el último minuto.
Así ocurrió en una de sus campañas más recientes en Nashville, cuando la producción sufrió múltiples cambios por cancelaciones de vuelos. “Me cambiaron los modelos hasta el día del shoot, me agregaron niños, modelos nuevos, y yo ya había hecho las compras”, relata.
Gracias a su experiencia como asistente, supo anticiparse, guardar parte del presupuesto y tener margen de maniobra. “Todo es posible en esta ciudad, nada más hay que saber con quién hablar”.
Ana Paula ha trabajado para marcas como Redken, la cadena internacional Simon Malls, y firmas emergentes de joyería como Macadam o Sullivan. También ha vestido a celebridades como Dascha Polanco, y sus campañas han abarcado desde redes sociales hasta portadas de revistas como Elle y Rolling Stone, donde una de sus producciones fue descrita como “una imagen salida de una película de Tim Burton”, uno de los halagos que más la ha marcado.
Del síndrome del impostor a la independencia creativa
El paso de asistente a stylist independiente no fue automático. Aun cuando dominaba cada etapa del proceso (desde coordinar interns, gestionar presupuestos y seleccionar el vestuario), lo más difícil fue creer en sí misma. “El mayor reto fue ir en contra del síndrome del impostor y convencerme de que sí estaba lista”, confiesa. Su primer cliente en solitario fue Violette_FR, una marca de cosméticos con la que ya había trabajado bajo la tutela de Celia. Aunque el proyecto era sencillo, representó su debut como cabeza creativa, donde debía asumir todas las decisiones.
Desde entonces, Ana Paula ha forjado una trayectoria basada en trabajo constante, formación autodidacta y mucho networking, el cual le ha permitido trabajar con casas de mucho prestigio como Chanel, Dior y Dolce & Gabbana.
De igual manera, a pesar de que no se toma fotos con famosos porque siente que es poco profesional, ha colaborado con personalidades como: Emily Blunt, Gigi y Bella Hadid, Julia Roberts y Naomi Campbell.
Sin embargo, menciona que dos de sus interacciones más agradables fueron con compatriotas: Ana de la Reguera, Diego Luna, Eiza González y Gael García.
Con este último, Ana Paula no pudo resistir y rompió su estricta política de no fotos, dejando un recuerdo de su interacción. Cervera dijo que fue muy divertida su experiencia y que García desarrolló un cariño por Ciudad Juárez y su gente durante la grabación de la película del ex-luchador Cassandro.
Los editores de moda son artistas y el estilo particular de Ana refleja una amalgama de influencias musicales, culturales y personales que ha acumulado a lo largo de los años. “Es un reflejo de todas las facetas que he tenido en mi vida”, dice.
A sus 36 años, con un portafolio consolidado y una red de contactos que se ha ganado a pulso, Ana Paula sigue desafiando los moldes de la industria. Llegó “tarde”, como ella misma dice, pero su enfoque y madurez la hicieron avanzar más rápido que muchas. Y aunque ha logrado abrirse paso en un mundo ferozmente competitivo, no olvida la clave de su evolución: no saltarse los pasos.
“Hay que entender cada parte del proceso para poder realmente destacar. No hay atajos en esta industria”. Ana Paula Cervera es la prueba viviente.
