
Burritos Crisóstomo: Una tradición “de oro”
Burritos Crisóstomo se sostiene por la nostalgia, la tradición y una propuesta que sigue siendo contundente
En Ciudad Juárez, el burrito no es solo comida rápida: es identidad cultural, desayuno cotidiano, y en muchos casos, la medida con la que se compara la sazón de una cocina. Y entre los múltiples negocios que ofrecen este platillo en la ciudad, Burritos Crisóstomo (antes conocido como “El Burrito de Oro”) ha logrado posicionarse como uno de los referentes más reconocibles desde su fundación en 1979.

Su éxito inicial se basó en una fórmula sencilla pero eficaz: ingredientes de calidad, higiene cuidada y una oferta de guisados clásicos, como el asado en rojo y verde, la barbacoa y el chile relleno. Además, incorporaron opciones más populares como el icónico burrito de “winnie” (salchicha en salsa de tomate), una especie de gusto adquirido del paladar juarense.

Uno de sus mayores aciertos fue apostar por la producción de tortillas de harina recién hechas en cada sucursal, lo que le confiere a cada bocado una textura y sabor difíciles de igualar. El aroma que invade el local al entrar, mezcla de manteca, masa caliente y guisos caseros, cumple bien su papel de antojar a más de un solo sentido.

Sin embargo, no todo ha sido ascendente. La crisis de violencia que sacudió a Juárez en 2009 obligó a muchos negocios a cerrar o migrar. En el caso de Crisóstomo, su expansión hacia El Paso, Texas, fue tanto una estrategia de refugio como una oportunidad de crecimiento. Aunque su llegada fue bien recibida, también implicó adaptar procesos y mantener estándares de calidad a ambos lados de la frontera, un reto logístico no menor.

Hoy en día, la franquicia cuenta con varias sucursales tanto en México como en Estados Unidos y buscan mantener la calidez del trato y la consistencia de sus productos.

Burritos Crisóstomo se sostiene por la nostalgia, la tradición y una propuesta que sigue siendo contundente. Pero, en una ciudad donde la competencia se renueva constantemente (y donde los food trucks, cadenas nuevas y cocinas familiares innovan en presentación y sabor), el reto está en no conformarse con el prestigio ganado.

Porque, al final, el mejor burrito no es el más grande ni el más conocido, sino el que invita a volver… incluso cuando ya lo conoces de memoria.
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