La desgarradora historia de Esmeralda, una madre que escapó del narcotráfico
Tiene 26 años y abandonó Michoacán; ahora espera cruzar a Estados Unidos mientras vive en el albergue El Buen Samaritano
“Esmeralda”, de 26 años y originaria de Michoacán, enfrenta una realidad marcada por la adversidad. Madre de una niña de 2 años, recientemente sufrió la pérdida de su segundo hijo durante las primeras semanas de gestación.
Actualmente, se encuentra refugiada en el albergue para migrantes “El Buen Samaritano”, después de un periplo que inició hace casi 6 meses, precisamente el 26 de noviembre del año pasado, cuando decidió abandonar su hogar.
Agobiada por las exigencias económicas del narcotráfico en su ciudad natal, “Esmeralda”, junto con su esposo y cuatro sobrinas, dejó atrás su negocio de frutas y verduras, así como sus sueños y familia.
Las altas cuotas impuestas por los narcotraficantes llevaron a la joven madre a cuestionarse si el “sueño americano” era la mejor opción para su familia. A pesar de cumplir inicialmente con los pagos mensuales, las exigencias monetarias se volvieron insostenibles, dejando a la familia sin margen de ganancia. Esto enfureció a los sicarios, quienes amenazaron con arrebatarles a su hija si no cumplían con sus demandas.
Temerosa de viajar, pero aún más del destino de su familia, la pareja se dirigió a Acapulco, desde donde planeaban tomar un camión hacia la frontera de Juárez.
Inicialmente, Esmeralda contemplaba entregarse a las autoridades migratorias en busca de asilo político. Sin embargo, al carecer de documentación que respaldara su situación, optaron por solicitar una cita a través de la aplicación CBP One, con la esperanza de alcanzar territorio estadounidense.
Al llegar al albergue, Esmeralda se sentía desorientada y fuera de lugar. “No sabía cómo sentirme, me sentía incómoda, como una intrusa, pero con el tiempo fui encontrando amigas a las que aprecio mucho”, expresó.
A pesar de la incertidumbre sobre la fecha de su cita, “Esmeralda” conserva la fe y la esperanza de que llegará pronto.
Actualmente, se desempeña como responsable de la cocina en el refugio. Aunque inicialmente rechazó el puesto, al considerar que pronto abandonaría el lugar, hace apenas una semana decidió aceptarlo.
«A pesar de haber pasado Navidad, Año Nuevo, el cumpleaños de mi hija y ahora también el Día de las Madres en este lugar, me siento agradecida de haber llegado aquí, porque hay personas que no tienen dónde vivir y ese no es mi caso», concluyó la mujer.