José y “Taquito”, una historia de amor que ha conquistado a los juarenses
Fue deportado desde hace 15 años; se trata de un vendedor de periódicos y revistas que se gana la vida en San Lorenzo, acompañado de su mejor amigo
José Luis Gallardo, originario de Guanajuato, llegó a Ciudad Juárez hace más de 12 años tras ser deportado, luego de pasar 15 años en Estados Unidos.
Desde hace ocho años, José se dedica a vender revistas y periódicos en el crucero de San Lorenzo, donde trabajó solo durante muchos años. Sin embargo, aproximadamente hace un año, tuvo la oportunidad de adoptar a quien se convertiría en su compañero y mejor amigo.
“Taquito” llegó a su vida gracias a una mujer que vivía cerca del crucero donde trabaja, quien le dijo al vendedor que tenía tres perritos en adopción, ya que había rescatado a una perra en situación de calle.
“Cuando fui a recogerlo, supe que él era el indicado, pues fue el primero en salir corriendo hacia mí”, dijo José.
Todos los días, José sale de su casa en la colonia Galeana a las 7:00 de la mañana para trabajar, acompañado de su fiel perro “Taquito”, quien lo acompaña durante toda su jornada laboral.
José menciona que comenzó su trabajo en la zona Centro, pero con el tiempo se abrió una vacante en San Lorenzo, la cual tomó debido a problemas con sus compañeros en su antiguo lugar de trabajo.
Recorre entre 35 y 45 minutos en su bicicleta para trasladarse a su lugar de trabajo. Pero para José ya es algo común, pues disfruta lo que hace, aún más ahora con la compañía de “Taquito”.
A pesar de las adversidades climáticas, ambos se dirigen al crucero ubicado entre la calle Laguna de Tamiahua y la avenida Tecnológico, donde realizan sus ventas.
Durante meses, Don José y “Taquito” se han ganado el corazón de los juarenses, quienes les muestran su cariño a través de alimentos y pequeñas ayudas económicas. Para José, su perro se ha convertido en su familia, y está agradecido por todo el amor que le demuestra. Al finalizar cada jornada laboral, José lleva a “Taquito” a pasear a un parque cercano como muestra de agradecimiento por su leal compañía.
En uno de los árboles cercanos al crucero, José adaptó un lugar para que Taquito pueda descansar después de varias horas expuesto al sol. Además, si llueve o hace frío, “Taquito” tiene su casita para refugiarse.
“Al principio tenía su casita aquí mismo, en medio del crucero conmigo, pero un día llegaron policías a decirme que dañaba la imagen de la ciudad, por lo que tuve que moverla a un lugar lo más cercano a mí”, dijo José.
Para el “canillita”, “Taquito” es como su hijo, pues la única hija que tuvo vive en Estados Unidos, a quien no ve desde hace mucho tiempo. Menciona que el lomito se gana su propia comida con esfuerzo, así como cualquier ser humano, lo que lo hace un perro extraordinario.