Juárez lidera suicidios.
Falta de empleo, relaciones amorosas, problemas en el hogar, así como la falta de apoyo familiar y problemas económicos han generado un aumento en el índice de suicidios en esta frontera, que podría considerarse alarmante.
Según especialistas siquiátricos la mayoría de las personas que se han quitado la vida sufren de depresión, la cual es vista como el mal silencioso que aqueja a los mexicanos, pues lamentablemente pocas personas acuden con especialistas para tratar el problema de manera adecuada.
En relación con la edad, los jóvenes entre los 20 y 24 años son quienes se suicidan con mayor frecuencia, principalmente por problemas familiares, amorosos, depresión, ansiedad, abuso del alcohol y drogas, entre otras. Cada día en Juárez 44 jóvenes en edad de secundaria y preparatoria intentan quitarse la vida y otros 130 lo piensan, así lo demuestran los Resultados de la Encuesta Sobre Salud Mental en Adolescentes realizado por la UACJ y CFIC. El documento revela también que más del 35 por ciento de los adolescentes juarenses padecen ansiedad y otro 30 por ciento depresión.
El segundo grupo etario que comete más suicidios son los jóvenes entre 25 y 29 años, seguidos de los que tienen entre 30 y 34.
Acerca de las formas más comunes en las que se cometen suicidios en el país, el INEGI informó que el método más utilizado por hombres es el estrangulamiento, seguido del uso de armas de fuego. En el caso de las mujeres, la mayoría recurrió al ahorcamiento, y en segundo lugar al envenenamiento por plaguicidas, químicos, drogas, medicamentos y otras sustancias.
Los signos que advierten sobre el suicidio o los pensamientos suicidas incluyen lo siguiente:
- Hablar acerca del suicidio, por ejemplo, con dichos como “me voy a suicidar”, “desearía estar muerto” o “desearía no haber nacido”
- Obtener los medios para quitarse la vida, por ejemplo, al comprar un arma o almacenar pastillas
- Aislarse de la sociedad y querer estar solo
- Tener cambios de humor, como euforia un día y desazón profunda el siguiente
- Preocuparse por la muerte, por morir o por la violencia
- Sentirse atrapado o sin esperanzas a causa de alguna situación
- Aumentar el consumo de drogas o bebidas alcohólicas
- Cambiar la rutina normal, incluidos los patrones de alimentación y sueño