El sombrío panorama de las maquiladoras en Ciudad Juárez ante el COVID-19
Con el retroceso en el semáforo epidemiológico, las maquiladoras en Ciudad Juárez, se resisten a cerrar sus puertas a pesar de que el Gobierno de México y del Estado decretara suspendidas todas las actividades no esenciales el 11 de octubre debido a la rebrote del virus COVID-19.
Las empresas estadounidenses, ubicadas cerca de la frontera entre ambos países, operan en una de las zonas con mayor contagio por coronavirus.
En Ciudad Juárez, la ciudad con mayor población del estado de Chihuahua y la octava en el país de acuerdo al Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), hay 320 maquiladoras que emplean de manera directa a aproximadamente 400,000 personas. Mientras que varias han acatado a las órdenes del gobierno federal, otras todavía no han interrumpido operaciones.
Fue en esta frontera donde se han reportado más de 50 empleados de maquiladoras muertos y que se han contagiado dentro de las fábricas de producción. El caso de Lear planta Río Bravo es uno de los más escandalosos con más de 30 obreros muertos.
En Juárez tampoco se respetan los principios básicos de los sindicatos: los empleados no conocen sus derechos laborales ni los más básicos, y cuando piden que se cierren las maquiladoras o deciden quedarse en casa, son amenazados con ser despedidos.
“¡No firmen la renuncia voluntaria! Ya la Secretaría de Trabajo dijo que mientras se extienda la emergencia nacional sus despidos serán nulos. Se viene una recesión muy fuerte, ¡aseguren lo que es suyo! ¡No firmen solo para llevarse el cheque que les ponen a la vista! ¡No sean pendejos, no hagan caso a Recursos Humanos, nadie tiene un documento que dice que se permite la actividad en la empresa. Es fácil dominarles a ustedes, pero créanme, si la empresa les presenta un documento como ese se va al bote. Ese papel no existe”, gritó una abogada laborista afuera de Edumex, donde 6,000 empleados fabrican piezas para electrodomésticos.
Las maquiladoras son el trabajo de entrada para varias generaciones en la ciudad fronteriza: saben que está ahí, que lo tendrán, y que ahí se quedarán. La inmovilidad social, gracias a la pandemia por COVID-19, se hará más fuerte.