Para Pedro, encontrar un trabajo estable ha sido un reto, pues asegura que su condición ha sido un obstáculo en cada intento
Pedro Alejandro es un incansable joven juarense de 26 años que, con esfuerzo y dedicación, mantiene a su esposa y a su madre vendiendo pan ranchero y empanadas en la intersección de bulevar Zaragoza y calle Durango.
Desde su nacimiento, Pedro ha enfrentado problemas en sus piernas, lo que lo obliga a desplazarse en silla de ruedas. Sin embargo, esto no ha sido un impedimento para él. Aunque su trabajo es agotador, sabe que es necesario para llevar sustento a su hogar. “Vivo al día, y si no trabajo, es difícil salir adelante”, confiesa.
Desde hace cuatro años, Pedro acude diariamente a este punto de venta. Reconoce que hay días difíciles en los que las ventas son bajas, pero aun así se mantiene constante y perseverante.
Con voz quebrantada, Pedro manda un mensaje a los jóvenes: “Ustedes que están completos, aprovechen la bendición. Pueden conseguir trabajo donde sea. A mí, solo con verme llegar en silla de ruedas, automáticamente me dicen que no. Siento desprecio hacia mi persona. Me gustaría mucho poder tener un empleo formal, con prestaciones”, expresa.
Para Pedro, encontrar un trabajo estable ha sido un reto, pues asegura que su condición ha sido un obstáculo en cada intento. Aun así, no deja de buscar oportunidades. “Tengo muchas habilidades. No porque esté en silla de ruedas significa que no pueda hacer otras cosas”, finaliza con determinación