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Una mirada al pasado del salón La Fiesta

Por Redacción | 11:41 am julio 9, 2025

En el corazón de la avenida Mariscal, un lugar emblemático resurge con nueva vida tras décadas de abandono: el salón La Fiesta

Con una historia que se remonta a 1954, La Fiesta fue durante casi dos décadas uno de los epicentros culturales y sociales más importantes de Juárez, y hoy, gracias a la visión del empresario local Francisco Yepo Yong, vuelve a abrir sus puertas.

De braceros a empresarios

La historia de La Fiesta comenzó cuando los hermanos Efraín y Mariano Valle, originarios de Oaxaca, fueron deportados de Estados Unidos durante su estancia como braceros. Decididos a no regresar a su tierra con las manos vacías, decidieron emprender en Ciudad Juárez. Empezaron con un pequeño negocio llamado Guadalajara de Noche, vendían licor por una ventanita. Con el éxito de ese primer proyecto, compraron una tienda de abarrotes de origen chino, llamada La Garantía, ubicada donde hoy está La Fiesta.

Tras cuatro años de construcción, el salón fue inaugurado el 7 de octubre de 1954. Su acceso era exclusivo: 100 dólares de entrada por persona (cuando el salario mensual promedio apenas alcanzaba esa cifra), y todo el lugar estaba ambientado con elegancia al estilo cabaret, con decoración inspirada en ciudades coloniales como Taxco y elementos que simulaban cantera y madera fina, hechos en realidad de yeso artístico.

Gloria y caída

Durante sus años dorados (1954–1972), La Fiesta albergó a orquestas internacionales, artistas de renombre y visitantes de todo el mundo. En sus camerinos, pasaron figuras como Irma Serrano, y fue testigo de una anécdota poco conocida de Juan Gabriel, quien, siendo aún un adolescente sin fama ni recursos, ayudó a cargar instrumentos de una orquesta para poder ingresar al lugar por curiosidad.

Sin embargo, presiones sindicales y cambios administrativos provocaron su declive. En 1972, la familia Valle cedió el salón a la familia González, quien no logró mantener el nivel de operación. En 1976, La Fiesta cerró sus puertas y fue transformada en una mueblería hasta finales de los 90. Más tarde, quedó en manos de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez en calidad de comodato, pero fue abandonada por completo.

La salvación y el renacimiento

En 2015, trascendió la noticia de que el edificio sería demolido para dar paso a una macroplaza. La comunidad juarense, liderada por historiadores locales y miembros del grupo “El Juárez de ayer”, coordinado por el señor José Luis Hernández Caudillo, recolectó más de 50 mil firmas físicas y electrónicas para impedirlo. Fue ese movimiento ciudadano el que dio pie a que el empresario Francisco Yepo adquiriera el edificio como último comprador disponible entre una lista de diez interesados.

Yepo, conocido por su trabajo en restaurantes como Los Balcones y La Nueva Central, se comprometió a restaurar La Fiesta respetando su diseño original. “Juárez me lo ha dado todo. No podía permitir que destruyeran un lugar donde viví mis años dorados”, dijo.

Su motivación también es personal: aquí celebró su primer aniversario con su esposa y festejó muchos cumpleaños de su madre.

Se suma a esto un menú escogido minuciosamente para separar a La Fiesta, de los otros ya queridos negocios locales. Dándole un toque único con affogatos, brochetas, roast beef, entre otros.

Hoy: La Fiesta abre de nuevo

Luego de siete años de restauración minuciosa, La Fiesta abrió discretamente sus puertas al público el 20 de junio pasado, con capacidad para 300 personas. Aunque aún no se ha habilitado la parte superior, el recinto ya ha albergado presentaciones de libros y charlas históricas. Su reapertura no tuvo ceremonia formal, en coherencia con el estilo humilde de su actual propietario.

Entre los objetos recuperados y preservados del lugar se encuentran menús originales, notas de consumo de los años 50, fotografías inéditas, entre otros, que pronto lucirán en sus paredes.

El rescate de la memoria

El historiador y cronista José Luis Hernández Caudillo ha sido pieza clave en la documentación y preservación de la historia de La Fiesta, como parte del grupo El Juárez de Ayer, dedicado a rescatar la memoria gráfica y oral de la ciudad. “Nos interesa contar la verdad, no lo que dicen o lo que se imagina la gente. Lo que ocurrió, tal cual fue”, explicó.

Un futuro con raíces

Hoy La Fiesta no solo representa un espacio de esparcimiento, sino un símbolo del esfuerzo ciudadano por preservar la historia viva de Juárez. La pasión de sus defensores, el cariño de su dueño y el compromiso con la memoria colectiva han permitido que, 70 años después de su inauguración, el salón vuelva a ser escenario de encuentros, cultura y vida.


Nota del editor: Esta crónica fue elaborada con información proporcionada en entrevistas realizadas a Francisco Yepo Yong y al historiador José Luis Hernández Caudillo, además de material del grupo “El Juárez de ayer”.

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